Nació en Filadelfia (Pennsylvania). Hijo menor de una familia
de cinco hijos, bien pronto conoció la desgracia al quedar huérfano de padre a
la edad de seis meses. De modo que toda la educación y cuidado del niño recayó
sobre la madre, María Blanchard, descendiente de hugonotes franceses, heredera
del fuerte carácter y viva religiosidad de éstos, ejercerá una poderosa
influencia sobre el más pequeño de sus hijos. Presbiteriana convencida, educó a
su familia en la Fe de Westminster, fe de la cual hijos y nietos nunca llegaron
a apartarse.
Convertido a la edad de 18 años, como resultado de un
avivamiento mientras estudiaba en el College de Princeton en 1815, Charles se
matriculó en el seminario en 1816, junto a otros veintiséis estudiantes, bajo
la enseñanza de los dos únicos profesores de aquel entonces, Alexander y
Miller. Hodge llegó a ser un fiel discípulo de Alexander de quien se puede
decir que aprendió todo: un conocimiento sólido del calvinismo unido a una
ferviente espiritualidad evangélica, junto a una rigurosa adaptación de la
filosofía escocesa del sentido común, que el seminario mantuvo hasta el final.
Graduado el 28 de septiembre de 1819, recibió, un mes más
tarde, la licencia para predicar el Evangelio. Un fuego ardía en su pecho: la
salvación de almas y la propagación de la sana doctrina. Así que cuando se le
propuso como profesor asistente de Literatura Bíblica y Exégesis, en el
seminario del que acababa de graduarse, rechazó el ofrecimiento, ya que para él
no había privilegio mayor que la predicación del Evangelio. Anotamos esto
porque su merecida fama como teólogo sistemático tiende a anular sus muchos
otros merecimientos como hombre de Iglesia. Además su voluminosa teología
sistemática apareció casi al final de su vida, fruto maduro de toda una vida de
acción y servicio al pueblo de Dios. En su propia época Hodge se hizo admirar
más por otros muchos merecimientos que por los que su obra cumbre le reportó.
Tan pronto como en 1820 lo vemos enseñando en Princeton
junto a sus dos antiguos profesores, Alexander y Miller. Tal fue el efecto que produjo
sobre ellos que éstos le recomendaron a la Asamblea de la Iglesia como profesor
regular.
En el año 1822 se casó con Sara Bache, fruto directo de sus
labores evangelísticas, pues había sido convertida por medio de una de sus
predicaciones. La feliz pareja tendrá ocho hijos.
Hodge dedicó más de medio siglo de su vida a la enseñanza y
preparación de candidatos al ministerio cristiano. Se calcuca que unos 3000
estudiantes pasaron por sus clases durante esos cincuenta años. El día que se
conmemoró semejante acto todas las tiendas y negocios de Princeton cerraron sus
puertas para manifestar su admiración y respeto por el homenajeado. Hodge
solamente se ausentó de su cátedra de enseñanza durante un período de dos años,
que aprovechó para estudiar en instituciones de Europa. La motivación de este
paso surgió de su sincero convencimiento de lo inadecuado de su preparación en
lenguas bíblicas y orientales y en crítica bíblica, propia de la erudición
teológica germana. Así que, en 1826, por el nombre y la buena reputación del
seminario y en interés de su propia formación teológica, decidió marchar a
Francia y Alemania para estudiar con los mejores profesores en el campo de las
ciencias bíblicas. En Alemania estudió el idioma con el joven George Müller
(v.), sin que aún pudiera adivinarse el futuro líder de los Hermanos y fundador
de los célebres orfelinatos. También tuvo ocasión de oír predicar a F.D.E.
Schleiermacher (1768-1834), el padre del liberalismo religioso moderno.
Hodge dio una orientación definitivamente científica a su
labor teológica, en el sentido de estudio riguroso y bien articulado, en la
mejor tradición de la teología cristiana de todos los tiempos.
No fue sólo un teólogo sistemático preocupado por poner en
orden la multitud de textos bíblicos respecto a las diversas verdades
doctrinales de la fe cristiana, fue también un insuperable comentarista. De
ello dan fe sus admirables comentarios a Romanos, Efesios, 1ª y 2ª Corintios.
En ellos se revela el erudito minucioso, el conocedor de los idiomas
originales, el teólogo capaz de traer los detalles a la luz de su plan general,
el pastor de almas, siempre a la escucha de la voz del Maestro.
Consumó la gran obra de su vida con la publicación en tres
volúmenes de su Systematic Theology (1872), justamente seis años antes de su
muerte. Permanece como la más efectiva presentación americana del calvinismo
evangélico, de modo que aún hoy continúa utilizándose. "Las dificultades
nunca parecen complicadas en las manos de Hodge -escribe el pastor del Metropolitan
Tabernacle de Londres, Peter Masters-. Aquí, la teología sistemática ofrece una
sonrisa amistosa".
Murió el 19 de junio de 1878.
Fuente: Editorial Clie
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