Por completo ajenos e ignorantes a la extraña circunstancia de que yo me iría a casar en aquella ciudad 376 años más tarde, los pastores de la Iglesia Reformada en Francia se reunieron en sínodo, a partir del 1 de octubre y hasta entrado el mes de diciembre, en la ciudad de Alais (en la actualidad, Alès-en-Cevennes). Bajo el liderazgo indiscutible del gran pastor y teólogo Pierre Du Moulin, la asamblea decidía adoptar los cánones recientemente adoptados, en Holanda, por el Sínodo de Dordrecht en contra de las enseñanzas remonstrantes, comúnmente conocidas como arminianas. No sólo eso: se requería que estos cánones fueran suscritos, bajo juramento, por todos los pastores y maestros de la Iglesia Reformada de Francia.
Pero el Sínodo se acabó y la historia no tardó en seguir su curso. El 25 de diciembre del mismo 1620, una asamblea política protestante se reunía en La Rochelle para protestar por las medidas tomadas tras la anexión por el rey de Francia de la que fuera protestante Navarra. Demandaban el cumplimiento en aquel territorio recatolizado de las estipulaciones de tolerancia del Edicto de Nantes. Al ser rechazadas sus demandas por el rey de Francia, se tomó directamente el camino de la última de las guerras de religión (1620-1629).Serían ganadas, como es de suponer, por las tropas de Luís XIII, el hijo del apóstata rey de Francia Enrique IV. Esta derrota, firmada precisamente enAlais en 1629, debilitaría definitivamente la Reforma en Francia, dejando a los protestantes al albur de la “buena voluntad” del rey. Se preparaba así el terreno para la Revocación del Edicto de Nantes y la sangrienta persecución de los reformados en Francia durante más de un siglo.
En todo caso, si se pudiera parar el reloj de la Historia, nos quedaríamos sin duda en aquel otoño de fraternales reuniones en la ciudad de Alais, a orillas del río Gardon. Precisamente cuando un joven estudiante, llamado Moyse Amyraut, estaría comenzando a recibir sus clases de teología con el afamado profesor John Cameron. Sí, en la distante, geográficamente hablando, Academia de Saumur. Pero esa es otra historia.
Les dejo, pues, con el texto del juramento en cuestión (original francés incluido)
Formulario de juramento. – Yo,..….., juro y prometo ante Dios y ante esta santa asamblea, que recibo, apruebo y abrazo toda la doctrina que ha sido firmada y decidida por el Sínodo nacional de Dordrecht, como enteramente conforme a la Palabra de Dios y a la Confesión de nuestras iglesias; por lo que juro y prometo perseverar durante mi vida en la profesión de esta doctrina, y defenderla con todas mis fuerzas, y de no alejarme jamás de esta regla en mis predicaciones, ni al enseñar en los colegios o academias, ni en mis escritos o conversaciones, ni de ninguna otra manera, sea en público o en privado. Y declaro también y protesto que rechazo y condeno la doctrina de los arminianos, porque ella hace depender la elección del fiel de la voluntad del hombre, y atribuye tanto poder a su libre albedrío que destruye la gracia de Dios, y porque ella disfraza el papismo para establecer el pelagianismo, y arruina toda seguridad de la salvación. He aquí porqué renuncio a todos estos dogmas. Así, que Dios quiera ayudarme y serme propicio, como juro ante Él lo que precede, sin ninguna ambigüedad, ni rodeos, ni retención mental.
Formulaire du serment. – Je, N. , jure et promets devant Dieu et cette sainte assemblée, que je reçois, approuve et embrasse toute la doctrine enseignée et décidée par le Synode national de Dordrecht, comme entièrement conforme à la Parole de Dieu et à la Confession de nos églises; c’est pourquoi je jure et promets de persévérer durant ma vie dans la profession de cette doctrine, et de la défendre de tout mon pouvoir, et de ne m’éloigner jamais de cette règle dans mes prédications, ni en enseignant dans les collèges ou académies, ni dans mes écrits ou conversations, ni en aucune autre manière, soit en publie ou en particulier : et je déclare aussi et proteste que je rejette et condamne la doctrine des Arminiens., parce qu’elle fait dépendre l’élection du fidèle de la volonté de l’homme, et attribue tant de pouvoir à son franc arbitre qu’elle anéantit la grâce de Dieu, et parce qu’elle déguise le papisme pour établir le pélagianisme, et renverser toute la certitude du salut. Voilà pourquoi je renonce à tous ces dogmes. Ainsi Dieu veuille m’aider et m’être propice, comme je jure devant lui ce que dessus, sans aucune ambiguïté, ni détour, ni rétention mentale
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Jorge Ruiz Ortiz.
Texto citado de Eugène y Émile Haag, La France protestante, (Ginebra: Joel Cherbuliez, 1858), p. 303.